mayo 18, 2024

Sin Alfred Russel Wallace no habría teoría de la evolución de las especies de Darwin

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Redacción México Político

Alfred Russel Wallace, uno de los padres fundadores de la teoría de selección natural, así como de la biogeografía (es decir, interesado en los patrones de distribución de los animales), fue recordado a 200 años de su nacimiento en El Colegio Nacional, cuyos planteamientos, sobre todo en materia de transición, son más vigentes que nunca e impulsan nuevas vertientes de estudio.

Este británico fue naturalista, geógrafo y biólogo, y aunque no es reconocido por las masas, los especialistas lo consideran trascendente por su propuesta independiente de una teoría de la evolución basada en la selección natural, la que fue pie de cría para Charles Darwin, quien se inspiró en la obra de Wallace y publicó su propia teoría.

El pasado 12 de mayo, se efectuó la mesa redonda Doscientos años de Alfred Russel Wallace: pasado, presente y futuro de la biogeografía, como parte del ciclo “Los viernes de la evolución”, coordinado por Antonio Lazcano Araujo y José Sarukhán, miembros de El Colegio Nacional, donde también participaron Fabiola Juárez Barrera, David Espinosa y Juan José Morrone.

La mesa fue moderada por Lazcano, quien en su intervención comentó que Wallace y Darwin, a pesar de coincidir en su teoría de la evolución, eran muy dispares. Mientras que Darwin nació en una familia burguesa, el homenajeado “se dedicaba al tráfico de plantas y animales para venderlos a zoológicos o coleccionistas privados”, lo que para el moderador significa que “sabía leer la naturaleza”, con los resultados ya conocidos.

A pesar de sus grandes diferencias, ambos personajes convivieron de tal suerte que Darwin se esforzó en ayudarlo tanto como pudo. Lazcano señaló que los ríos fueron establecidos por Wallace como barreras biogeográficas extraordinarias y, además –muy acorde con los tiempos actuales- escribió un libro donde la premisa es que no es posible la vida en Marte, “en el que lleva hasta sus últimas consecuencias su lectura de la naturaleza y de los organismos vivos”, agregó.

“Reconocemos a Wallace, porque decimos que sin él no habría Darwin. Sin su carta, Darwin no hubiera publicado su libro El origen de las especies”, comentó en su oportunidad Fabiola Juárez Barrera, investigadora y docente de Biogeografía de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y detalló que el pensamiento de Wallace puede definirse en tres etapas: el descriptivo, con el que observa patrones biogeográficos; el extensionista, con el que aceptó la existencia de grandes extensiones terrestres conectadas en el pasado; y el permanentista, pensamiento que defendía Darwin y planteó la distribución geográfica de los animales.

Wallace estuvo en el archipiélago malayo durante ocho años, y desarrolló gracias a sus cualidades de observación lo que hoy se conoce como Ley Wallace, que trata de que la existencia de cada especie -tanto en espacio, como en tiempo-, sucede siempre con algunas especies cercanamente emparentadas, lo que quedó asentado en su libro Una narración de viajes por el Amazonas y el Río Negro. Sin embargo, a decir de la experta, las ideas biogeográficas de este observador no se desarrollaron de una manera continua y gradual.

Cabe señalar que las ideas de Wallace se nutrieron del naturalista Georges Louis Leclerc, quien consideraba que entre los trópicos del nuevo y viejo mundo, no había ninguna especie compartida en común; otro de sus inspiradores fue el botánico Agustín de Candolle, quien de acuerdo a su investigación sobre las diferencias de la composición de la flora, describió que existían especies distintas debido al aislamiento, argumentó el jefe de la División de Estudios de Posgrado e Investigación de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la UNAM, David Espinosa.

Wallace generó un concepto de transición que reconoce regiones con su propia identidad, a diferencia de muchos biogeógrafos que hasta el día de hoy mantienen la idea de las conexiones antiguas. Para Espinosa, los hallazgos del británico serían “la base para el estudio de zonas de transición entre el siglo XX y XXI”.

Este hombre que supo ver más allá fue, quizá, “un naturalista por necesidad, porque necesitaba dinero”, destacó Juan José Morrone, investigador del Museo de Zoología del Departamento de Biología Evolutiva, y su trabajo se considera fundamental, ya que “hizo observaciones fundamentales, y realmente fue un antropólogo social, porque describió a las personas, sus costumbres y sus alimentos”.

Otra línea de actividad en que se involucró Wallace fue la vida en otros planetas, siendo así un astrobiólogo y un evolucionista. También fue un activista social pues defendió, tanto los derechos de las mujeres, como se opuso a la esclavitud, y sus creencias eran espiritualistas.

Morrone fue concluyente: “en la biogeografía actual y en la ciencia actual necesitamos más Wallace”, ya que disertó también sobre los conceptos de biogeografía evolutiva -que algunos la llaman histórica. Si Wallace es reconocido por muchos como el padre de la biogeografía evolutiva, “quizá Humboldt es el padre de la biogeografía ecológica, pero la cuestión profunda de los millones de años que tiene la biota del planeta es evolutivo o histórico. La regionalización biogeográfica del planeta actual coincide con la de Wallace, lo que muestra su gran capacidad”, concluyó.

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