Redacción México Político
Aunque la carrera por llegar a otros planetas está en ciernes, y que apenas se ha alcanzado a explorar la Luna -y recientemente poner rovers a recorrer la superficie de nuestro satélite natural-, las capacidades de pensar ya no sólo en nuestro sistema solar, sino en la posibilidad de llegar a exoplanetas, es decir, que estén fuera de él, y simular cómo podría ser la vida ahí, está ocurriendo en la mente de Antígona Segura Peralta, astrobióloga del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Con un modelo teórico de fotoquímica, Segura realiza simulaciones a través de códigos numéricos para estudiar cómo podría ser la vida en un planeta fuera de nuestro sistema solar. Explica que sus modelos se basan en una serie de ecuaciones que salen de leyes físicas o de reacciones químicas.
Saber si existe la vida en otros planetas, incluso en exoplanetas, es una de las preguntas abiertas de la ciencia, en especial de la astrobiología que estudia el origen, evolución, distribución y futuro de la vida en el Universo, comenta la experta.
Sus suposiciones resultan de gran interés. Por ejemplo, propone que su exoplaneta “tiene una atmósfera de dióxido de carbono y nitrógeno, como era la Tierra al principio, como es Marte y Venus, y luego veo qué pasa cuando inyecto una cantidad de radiación ultravioleta proveniente de una de estas estrellas. Veo qué reacciones químicas suceden y eso me permite predecir qué cosas puedo ver en planetas alrededor de otras estrellas”.
La premisa es que hoy se sabe que la vida puede formarse a partir de compuestos inorgánicos locales, como metano, dióxido de carbono, hidrógeno y nitrógeno; señala que éstos con seguridad están disponibles en otros planetas, como en Marte, por ejemplo.
Adicionalmente, para organizar las moléculas, explica la científica, se requieren de metales como fósforo, aunque “también hubo procesos completamente aleatorios a partir de cosas que estaban en el ambiente”. Sin embargo, “aún no es claro cómo se originaron exactamente las primeras células, pero tenemos una idea clara de que a partir de ciertas situaciones geológicas y materias primas la vida surgió en la Tierra”, agrega.
Con esa lógica, apunta, “estos contextos geológicos podrían suceder en otros planetas, porque planetas hechos de rocas, de silicato como la Tierra, podrían suceder en otros mundos. La cuestión es que no sabemos con qué probabilidad”.
La idea de la habitabilidad planetaria, resume Segura Peralta, “está basada en la vida terrestre, que de manera general requiere de la química del carbono y de agua líquida”. El carbono es un elemento químico que puede unirse hasta con cuatro átomos al mismo tiempo, incluyéndose a sí mismo, el cual es capaz de formar estructuras grandes que eventualmente pueden tener otras complejas. “Para que estas moléculas se encuentren, reaccionen y se acumulen se necesita un medio líquido, que en la Tierra es el agua”, señala.
Ejemplifica que el carbono y el agua son comunes en las nubes moleculares, donde se acumula material de las últimas fases de las estrellas, por lo que los planetas alrededor de las estrellas enanas M o enanas rojas “son potencialmente habitables, es parte de la discusión científica”. El problema es que tienen actividad cromosférica, es decir, emiten grandes cantidades de radiación ultravioleta y en ocasiones, de manera súbita, se incrementan, lo que podría ser dañino para la vida.
Sin embargo, “la zona habitable, que es este lugar donde podrían existir planetas potencialmente habitables, la podemos muestrear con instrumentos que tenemos ahora”, en referencia a los planetas que están muy cerca de estas estrellas enanas M, que al ser menos masivas son poco luminosas, con discos donde se forman los planetas poco masivos.
Señala que si pensamos en la Tierra y el Sol -que están a una unidad astronómica de distancia-, sería necesario muestrear por lo menos dos años antes de observar a nuestro planeta, ya sea por el método de tránsito o por el de velocidad radial, que son los dos más comunes.
Existen diferentes modelos teóricos para indagar la habitabilidad. Mientras la mexicana utiliza modelos fotoquímicos, sus similares en el mundo calculan la temperatura de las atmósferas y el escape atmosférico que plantea respuestas de qué pasa si se va la atmósfera, que es muy importante para la habitabilidad, pues permite mantener agua líquida en la superficie.
Peralta comenta que la única misión que ha buscado vida en otro planeta es Vikingo, en los años setenta del siglo pasado, el cual tomó una muestra de suelo marciano y luego lo analizó para detectar actividad biológica. Sin embargo, hasta el momento solo es posible podemos investigar con telescopios, “porque la atmósfera nos estorba y es como ver a través de una alberca”, como con el James Webb, el telescopio espacial más avanzado que se tiene en el espacio.
Con éste se busca establecer si hay dióxido de carbono y agua, y posteriormente indicios de que el planeta puede ser habitado. “Se trata de la primera misión con la capacidad de hacerlo, aunque sea limitada”, concluye.