Luis Sunderland Méndez
@LouSunderland
De nueva cuenta, el presidente López Obrador lo volvió a hacer: primero, el pasado 18 de febrero anunció su decreto para nacionalizar el litio que, por cierto, por mandato constitucional en su artículo 27, se entiende que ya era nuestro. Ahora, el día 4 del presente, desde uno de los salones de Palacio Nacional, sin ningún pudor ni pena -ya que estaba presente Ignacio Sánchez Galán, presidente global de Iberdrola-, volteó a la cámara o al teléfono de su camarógrafo de cabecera, Epigmenio Ibarra, y anunció que en esos momentos estaba México viviendo una segunda nacionalización de la industria eléctrica.
De nueva cuenta, faltó a la verdad o está mal informado; lo más grave es que son las dos cosas, pero lo peor es que él piensa que los economistas, analistas y los comunicadores no van a escudriñar a profundidad. En la trasmisión de los noticiarios de los diferentes canales de televisión, en un segundo plano se pudo apreciar la expresión de Rogelio Ramírez de la O, su secretario de Hacienda, con cara entre susto, asombro o vergüenza. No se puede ocultar que el presidente no entiende que no entiende la forma en que un Primer Mandatario debe comunicar las acciones de gobierno a la ciudadanía, y es porque él no le habla a ella, sino solo a sus seguidores que generalmente son los que menos saben de este tipo de actividades.
La venta que hizo la empresa Iberdrola de sus 13 plantas fue una magnífica noticia para sus accionistas. Ese mismo día las acciones se fueron para arriba. Y lo mejor es que se deshicieron de algunas plantas que están a punto de caer en obsolescencia tecnológica. También se sacuden por fin la agresión de López Obrador, que los ha llenado de improperios y acusaciones durante lo que va de su administración, y lo mejor sin duda alguna, se llevan sus seis mil millones de dólares a otro destino que les proporcione mayores beneficios y sin la inseguridad que les da tener esos recursos en nuestro país.
¿O no será que esto responde a algún arreglo entre todos que beneficia a la CFE y al gobierno federal?
Lo verdaderamente toral del tema es que no hay tal compra por parte del gobierno federal, sino solo un cambio de intermediario, ya que el verdadero dueño será el fondo de inversión México Infraestructure Partners (MIP), el cual con fondos del fideicomiso gubernamental para la infraestructura, el Fonadin, le permitirá al MIP poseer las acciones de las plantas para que las opere la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Como de costumbre en lo relacionado con el gobierno federal, la opacidad es la que reina, porque nadie conoce si las rentarán o las revenderán o si tendrán que pagar alguna contraprestación o si esta operación será a cargo de todos nosotros.
Tampoco se entiende el motivo real de esta operación, que es completamente absurda en los temas económicos y energéticos y solo se explica responde a cuestiones políticas, disfrazadas de ideológicas, y que sea para que la CFE aumente su presencia en la producción y comercialización de la energía eléctrica. La energía que generan esas plantas que eran de Iberdrola, ya era comprada por la propia CFE y a precios más bajos y con menor costo contaminante.
Encuentro todo esto sumamente frustrante, porque esa enorme cantidad de dinero, debería destinarse a que la misma CFE la usara en plantas de energía solar reduciendo la contaminación y abatiendo los costos, y al menos, el presidente cumpliría una de sus promesas de campaña: reducir el costo de la energía eléctrica. Y lo más preocupante es que las señales para los inversionistas extranjeros es -que ven que sale de México-, esa cuantiosa cantidad de dólares, seguramente los hará pensar dos veces si se animan a traer sus inversiones, que bien podrían ser históricas y muy importantes para la generación de empleos y crecimiento de nuestra economía; por el momento que estamos viviendo de la relocalización de capitales extranjeros que se busca que salgan de China y colocarlas cerca del mercado estadounidense y qué mejor que nuestro país para ello.