noviembre 21, 2024

Y a todo esto, ¿realmente quién manda en México?

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Por Luis Sunderland Méndez                                                 10 de febrero de 2023

@LouSunderland

Cada día que pasa y veo la manera en que el Presidente conduce el gobierno federal, me es más claro de que en la medida que avanza el sexenio de López Obrador y se acerca al fin de su periodo, va perdiendo cada vez más el poder y se enreda en la telaraña que él mismo coadyuvó a tejer en torno a sí mismo.

Este amarrarse de manos lo inició desde su primera gran decisión que, por cierto, fue una de las más terribles de todas las que ha tomado y que marcó el derrotero de su fallido mandato: me refiero a la cancelación del aeropuerto de Texcoco cuyo avance ya era mayor a un 32%, teniendo como monto dilapidado 125 mil millones de pesos, lo cual incluso ha sido reconocido por la 4T, aunque sabemos que lo perdido realmente es más de 325 mil millones de pesos.

A pesar del rechazo de su entonces secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, y del jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo Garza, pudo más la influencia del empresario constructor José María Rioboó quien -atrapado en un torbellino de rencor hacia el proyecto original en Texcoco- logró que AMLO cancelara el NAIM y, con ello, las posibilidades de que los inversionistas extranjeros y muchos nacionales tuvieran confianza en México.

Ahí tenemos la primera muestra de que López Obrador no ve más allá de su nariz y que prefiere escuchar a la gente que le tiene confianza y le hable bonito al oído; se va con la finta, sin razonar los efectos que puede ocasionar con su falta de conocimiento, experiencia y sentido común. Esto lo hace aparecer siempre como una decisión suya, pero la realidad es que son otros los que desde hace ya mucho deciden de acuerdo con sus propios intereses, que están muy lejanos a lo que le conviene realmente al país.

Esto a mí me indica que AMLO comparte el poder. Si no, hagamos la reflexión en estos tiempos. Desde luego que ni por un momento dejaremos de ver que él es un autoritario, dictadorzuelo, muy soberbio y resentido, y como lo hemos dicho con anterioridad, con serios problemas de personalidad. Pero está rodeado siempre de  personajes clave que no solo lo mal aconsejan, sino que ya ellos directamente toman las decisiones fundamentales que casi siempre  llegan a tener consecuencias graves en lo social, legal y económico, porque es muy obvio que la observancia de la ley, a todos ellos no se les da y se la pasan siempre por el lado más cómodo.

Hay dos ejemplos claves, uno Gabriel García, jefe de los súper delegados, responsable de la estructura de la política social, que en meses anteriores antagonizó con Gerardo Esquivel -quien sí es conocedor de políticas sociales- y a quien García sacó del grupo de los allegados al presidente. La Auditoría Superior de la Federación dictaminó que la política social actual es regresiva, que ocasiona un verdadero caos administrativo, que otorgan becas a gente que no está discapacitada o ya no existe, y cuando el presidente se da cuenta de todo esto, tarda tanto que ya no es posible arreglar la barbaridad, porque ya es una política nacional, y a esas alturas ya no se puede reinventar.  

Otro ínclito personaje es Jesús Ramírez, su director de Comunicación Social, cuyo único mérito es la gran lealtad reconocida públicamente por el propio López, aunque su falta de capacidad y la nula experiencia no le importa mucho. Gente como los mencionados abundan en la 4T y en Morena, y por ende en el gobierno federal. Están rebosantes de poder y generan incontables actos de autoritarismo y no solo se contentan con eso, sino que se encargan de desaparecer de la vista de su jefe a cualquiera que les pudiera hacer la mínima sombra.

Solo hay que escuchar hablar al joven doctor Gibrán Ramírez Reyes -antes seguidor y convencido de que López Obrador sería un gran presidente- y cuando vio y sopesó el golpe de la cancelación del NAIM, se alejó de la 4T decepcionado y ahora junto con otros que les ha pasado igual, señalan con coraje su decepción por los múltiples errores del gobierno “de la transformación”.

No puedo omitir a los altos jefes militares que ya están con el poder en casi todos los rubros: construyen caminos, así como obras monumentales trátese de la refinería de Dos Bocas, o vías de ferrocarril como el Tren Maya; administran puertos aéreos y marítimos, incluso próximamente tendrán su línea aérea, y recientemente son los flamantes encargados de la seguridad aérea nacional; cuidan el Metro de la CDMX y, con ello, a la corcholata devaluada del presidente, y ¡ah! , desde hace unas cuantas semanas, no solo se concretan a hacer presencia en las ciudades del país, sino que han tenido que enfrentar al crimen organizado, porque no les ha quedado de otra, pues ya van muchas bajas en sus filas. Como dice el doctor Ramírez Reyes, qué gran conspiración de mediocres, donde el talento no se toma en cuenta, sino que es rechazado. Sea quien sea el próximo mandatario, le va a llevar un buen tiempo encontrar el derecho y el revés a la gobernanza. Enderezar a México será una labor conjunta en la que la sociedad civil deberá desempeñar un papel preponderante y no dejárselo a los partidos políticos que, por naturaleza, ven solo en beneficio de ellos mismos. Una marcha a la que asisten más de 500 mil civiles no es suficiente. ¡Necesitamos incorporarnos todos o perderemos a México por varias décadas!

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