Por Ricardo Burgos Orozco
Ahora que se volvió a abrir la Línea 12 en su tramo subterráneo a partir del 15 de enero, recordé que en su momento uno de los atractivos es el Museo de la Radio, ubicado en la estación Parque de los Venados. Por eso hace unos días volví a visitarlo.
Era en la tarde, cuando ya se incrementaba el número de usuarios, venía de Mixcoac, me bajé en Parque de los Venados, subí las escaleras eléctricas y observé nuevamente el espacio dedicado al Museo. Noté que había menos aparatos en exhibición y algunos no funcionaban como una pantalla donde antes podías escuchar música desde los años 20 hasta la actualidad.
En uno de los aparadores pude ver un gramófono, un tocadiscos y un radio antiguos. Ninguno tiene algún letrero que los identificara como cuando conocí el museo hace casi de tres años; se nota que estuvieron ahí sin ser limpiados o atendidos, como testigos silenciosos del cierre de la Línea durante 18 meses por aquel accidente del 3 de mayo de 2021 en la interestación Olivo y Tezonco.
En otro aparador observé cuatro aparatos de radio de distintas épocas, igual sin letreros de identificación y llenos de polvo. Me imagino que debió ser complicado darles mantenimiento durante el tiempo que estuvo cerrada la estación porque solamente trabajaba el personal de vigilancia y limpieza.
Había entre los aparatos de exhibición una grabadora UHER, que ya no está; me recordó en su momento mi época de reportero de Grupo ACIR, aunque yo no use esos pesados accesorios, sí vi a varios compañeros que las cargaban. Eso sí, como comenté alguna ocasión, tenían un sonido excelente; por eso eran ideales para las entrevistas.
Otras vitrinas del lugar sí se veían limpias y arregladas. En una de ellas están discos de diferentes tiempos, incluso de acetato, minidisc, discos compactos y USB con letreros en los cuales se explica sobre su origen y función. A un lado, una muestra de un carrete de cinta AMPEX que las usábamos mucho en las grabaciones de nuestras notas en cabina.
Hay algunos aparatos más que desde que los vi la primera vez me atrajeron como un sintonizador multibanda, que no sé para qué se usaba, y una mezcladora de micrófonos.
En el espacio se conserva la cabina de radio donde antes del 3 de mayo de 2001 se transmitían diversos programas de diferentes organizaciones radiofónicas, con invitados, locutores y comentaristas. Me dijeron que por el momento no se están realizando. Esperemos que se reanuden pronto porque era otro de los atractivos del museo.
Pese a que está un poco descuidado el museo, siempre es agradable ver objetos de la historia de la radio de todos los tiempos, sobre todo para quienes crecimos escuchando radionovelas como Chucho el Roto, Una Flor en el Pantano, El Ojo de Vidrio, La Vida de Pedro Infante, Kalimán, y programas como El Cochinito y La Hora de los Aficionados con el inolvidable locutor Pepe Ruiz Vélez. Después los noticieros radiofónicos se convirtieron en mi trabajo durante varios años.