Por Luis Sunderland
Siempre me he preguntado si a los políticos les interesa realmente lo que la ciudadanía piensa de su actuación en el gobierno. Desde luego que a la hora en que están en campaña, se desviven por aparecer cercanos a la gente, retoman en sus discursos lo que escuchan en la calle, en los foros o en las reuniones en las que asisten. Pero una vez pasadas las elecciones, si resultaron electos para el cargo en el que contendieron, cambian de objetivo y solo ven lo que su grupo, su partido político o sus jerarcas les marcan como el camino a seguir en el congreso, en la presidencia municipal o gubernatura.
Desde luego que la intensidad de ese cambio no es uniforme, los hay que en buena medida, conservan congruencia con lo que ofrecieron hacer en las campañas y eso depende también, de la injerencia que tengan sus líderes en su quehacer político. Pero también hay los que desafortunadamente, olvidan todo lo que se comprometieron con el electorado y solo acatan el deseo y los intereses del partido en el que militan.
Esto es muy usual en la vida parlamentaria, en la municipalidad y en lo estatal y los ciudadanos que lo padecemos, solo atinamos a preguntarnos, ¿Cuándo terminará este mi representante social de usarme, para que venga otro a disque defender mis intereses?
Lo que acaba de pasar en el Senado de la República, es una muestra de ello. Tomo el caso del senador Ricardo Monreal. Lleva desde que el presidente López Obrador destapó a sus corcholatas para la sucesión, tratando de ser una de ellas. Pero si es bueno hacer el ejercicio de ver la realidad de él. Monreal ha pretendido mostrar una cara de político experimentado, sagaz e incluso de cierta independencia, esto último, obligado por las circunstancias, ya que no obtuvo el nivel de corcholata.
Se llegó a pensar que tenía la oportunidad de asestarle un muy duro revés al presidente, si en el senado se hubiera votado contra la determinación del ejecutivo de que el Ejército tome el control de la Guardia Nacional. Esto lo hubiera impulsado muy arriba en sus pretensiones presidenciales en el 2024. Hubiera pasado a la historia como el valiente senador que se atreve a detener una orden presidencial de violentar a la Constitución, pero no, solo se limitó a no votar él y dejó pasar la oportunidad de crecer ante la opinión pública.
¿Que demuestra él con esto?, me da la impresión de que no tiene el control que se ha empeñado en exhibir en su bancada y que mejor prefirió parecer como un berrinchudo que dice, pues yo no voto por eso, pero ahí va su aprobación ¿y eso qué?, ¿de qué le sirve? Quedó como un senador híbrido que ni quedó bien con la opinión pública ni con su jefe, que por cierto tuvo expresiones muy malas de él en su programa diario desde Palacio.
Creo que ahora sí que se le cayó el sistema al senador Monreal, porque se le vio solo y sin poder alguno. De aquel poderoso dirigente de fracción partidista, solo quedó un senador descolorido, porque ni ostenta el morado de Morena ni creo que se vaya a teñir de naranja para el 2024.
Ahora el otro, Alito, don Alejandro Moreno, mister PRI, que prefiere saltar al vacío acompañado del diputado Moreira, para ver si el señor del Palacio los perdona y no ordena que los metan a la cárcel por corruptos. No sé si a ustedes les pasó, pero a mí nunca me dieron confianza estos dos ínclitos caballeros. ¿Se acuerdan de aquel spot de TV en el que Alito decía, Están moralmente derrotados, expresándose así de Morena y de sus aliados, pues a mí siempre me sonó que el primer derrotado era él y que lamentablemente, no solo se llevaría a su partido con él, sino a la alianza Va Por México que resulto bastante efectiva en las elecciones intermedias.
La pregunta es ¿En verdad los señores Moreno y Moreira están dispuestos a pagar el costo que les cobrará la sociedad por su responsabilidad en la muerte de la alianza opositora? ¿Su soberbia y su desmedida ambición, se verá superada por su cobardía de no enfrentar las consecuencias de su actuar cuando fueron gobernadores de Campeche y Coahuila respectivamente?
Pienso que si ellos fueran políticos profesionales, de esos que no hay lamentablemente muchos, podrían ganarse la buena voluntad de los integrantes de la alianza y de la opinión pública si notoriamente declararan que entregan su renuncia a sus encargos, uno, a la Presidencia del PRI y otro a la Coordinación de los diputados de ese partido, en bien del interés nacional que pretende defender la legalidad y a la nación en base a la alianza opositora.
Que lastima me da ver que día a día, nos acercamos a que tanto en el Edomex y en las elecciones presidenciales, los partidos que hoy encabezan el Gobierno Federal se les allane el camino tan claramente.