noviembre 21, 2024

HISTORIAS EN EL METRO: EN LA CONFIANZA ESTÁ EL RIESGO

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Por Ricardo Burgos Orozco

El primer brote de Covid 19 fue detectado en la ciudad china de Wuhan el 17 de diciembre de 2019. Aquella noticia se nos hacía muy lejana para que nos afectara, pero apenas tres meses después, en marzo de 2020, supimos de los primeros casos en México. De ahí en adelante, el bicho sigue presente en todo el mundo y entre nosotros. Por eso, una forma de protegernos de los contagios es con un cubrebocas; ya lo hemos hecho parte de nuestra vestimenta diaria.

Todavía recuerdo cuando el 17 de abril de 2020 empezó a ser obligatorio en el Metro el uso de la mascarilla. Muchas personas se negaban a usarla dentro de los trenes porque se sentían incomodos o decían que les faltaba la respiración con ella, pero a regañadientes al paso del tiempo se hizo costumbre, sobre todo en los meses más intensos cuando había cientos de muertos y enfermos y los hospitales estaba saturados con personas contagiadas.

Me platicaban algunos usuarios del Metro que compraban tapabocas por paquete para usar uno nuevo diario y así disminuir más las posibilidades de enfermarse. El 24 de diciembre de 2020 se empezó a aplicar la vacuna anticovid en nuestro país y nació la esperanza de terminar con la pandemia y quitarnos por fin la mascarilla, pero eso no iba a suceder.

La sana distancia nunca se ha podido aplicar en las estaciones, mucho menos en horas pico, como en la mañana y en la tarde y en la noche cuando el Metro se satura aún más por la gente que va y viene de su trabajo; son millones de personas. Por ejemplo, Pantitlán, en donde convergen cuatro líneas, es la mayor del Sistema de Transporte Colectivo y por ahí pasan diario millones de personas.

El tapabocas sigue siendo obligatorio en el Metro junto con otras medidas como evitar hablar, cantar, gritar o llamar por celular, aunque la gente las ha olvidado desde siempre y lo vemos cada vez que nos subimos al Metro.

Ahora que por fortuna ya han disminuido en gran medida los contagios, en las últimas semanas he observado a gente que entra al Metro y después se despoja del cubrebocas. Hace unos días en la Línea 2 – que va de Taxqueña a Cuatro Caminos –, iba junto a una muchacha de unos 25 años de edad sin tapabocas. Venía hablando por el celular, la observé, le comenté del cubrebocas, me miró y me sonrió con molestia.

Otro día, en uno de los andenes de la estación Ocanía, una chica caminaba por el andén con el tapabocas en la boca, sin cubrirle la nariz, y para colmo, comenzó a toser; algunas personas la miraban, pero nadie le dijo que traía mal puesta su mascarilla.

Algunas personas acostumbran ir comiendo en los vagones, otras platicando como su estuvieran en una tertulia y por supuesto, no faltan los vendedores ambulantes, los pedigüeños y los cantantes. Mucha gente cree que ya volvimos a la normalidad, pero nada más alejado de eso porque todavía tenemos un riesgo alto de contagiarnos.

Hay miles de pasajeros que se han confiado, pero lo importante es seguir manteniendo las medidas necesarias para evitar que nos ataque el Covid. Ahora ha habido más padecimientos con la nueva variante Ómicron, que, aunque ciertamente es menos peligrosa porque parece una gripe común, de todos modos no deja de presentar un riesgo. Hay que seguirnos cuidando, no queda otra.

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