Con la intervención militar en Ucrania, la desestabilización del sistema de la política mundial de la posguerra fría ha llegado a un punto crítico, quizá de no retorno, se estableció en el Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM.
Carlos Ballesteros Pérez, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, señaló que a finales de marzo y tras un mes de guerra en esa zona del planeta, la situación se abre a un posible acuerdo entre ambos países para establecer un alto al fuego y desarrollar negociaciones para definir el estatus de una nación sometida históricamente a la voluntad de las grandes potencias.
“Se perfila una Ucrania neutral, fuera de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), limitada en términos de poder militar y dispuesta a asimilar la realidad que impuso Rusia respecto a Crimea y eventualmente Dombás (región en Ucrania oriental)”, apuntó.
Si se concretan estas concesiones, abundó el experto, estaríamos ante un triunfo político de Putin: “Obtendrá aquello que ya tenía, salvo la garantía absoluta de mantener a Ucrania fuera de la OTAN, lo que en la práctica era un hecho. Una victoria pírrica, a un alto costo y, en el fondo, un grave error”.
Al violar la soberanía de Ucrania comete un crimen contra la paz, al que suceden los crímenes de guerra que serán investigados en su momento. “El presidente ruso ha confirmado que su país es una potencia con una trayectoria histórica expansionista apoyada en el poder militar, en la que no se puede confiar y a la que hay que temer. Es la contracara euroasiática de Estados Unidos”.
El giro abrupto de la política mundial representa para América del Norte la reafirmación de EUA como potencia económica, tecnológica, energética y militar. La colaboración de nuestro vecino del norte con Canadá es sólida en el marco de la OTAN y con México se presentan coincidencias generales como la condena de la invasión rusa, pero también atisbos de una independencia que se queda en el plano retórico y contrasta con el acoplamiento estructural de nuestro país a las dinámicas de la principal potencia mundial, manifestó.
En la mesa redonda El conflicto en Ucrania. Implicaciones para América del Norte y el Orden Mundial, Rosío Vargas Suárez, del CISAN, refirió que nuestra región no es la más afectada por el conflicto, sino la Unión Europea. México, Canadá y EU se benefician del alza en los precios del petróleo, ya que son productores del crudo y gas; sin embargo, cuando ese aumento se extiende a los productos derivados genera un efecto más complejo, por el impacto de los costos en las sociedades.
En nuestro país, debido a la mejora en el sistema de refinación, se reducen sustantivamente las importaciones y la erogación de divisas en 48 por ciento. Además, se estableció que los precios de los combustibles no aumenten más allá de la inflación, por ello, el incremento ha sido de un peso o menos, ubicándose al 22 de marzo en 21.31 pesos la gasolina regular; 23.11 la premium; y 22.64 el diesel; en contraste, por ejemplo en Alemania el litro se ubicó en 50.40 pesos y en Noruega en 49.
El impacto negativo que ha tenido la guerra es el costo para los tres países en cuanto a la inflación, entre siete y nueve por ciento en EUA; 5.7 en Canadá; y 7.29 por ciento en México. Además, en nuestra nación hay una reevaluación del peso, otra variable donde no nos ha ido tan mal, recalcó Vargas.
Edit Antal Fodroczy, también de esa entidad académica, mencionó que en el tema de energía y medio ambiente hay una línea divisoria entre EUA y la Unión Europea y dentro de esta hay naciones más vulnerables que otras. “Sustituir la energía fósil de Rusia en el viejo continente será en el mediano y largo plazos”.
La nación norteamericana prometió tocar sus reservas estratégicas para enviarlas a Europa y resolver el problema por el momento. Racionar el gas en invierno conduce a tensiones sociales fuertes; hay naciones que aguantan más y por ello su relación con Rusia es diferente, añadió en la sesión virtual moderada por Juan Carlos Barrón, secretario académico del CISAN.
En apariencia hay una unidad de occidente frente a Rusia y un amanecer del liberalismo; empero, existen diferencias de intereses. El vecino país del norte tiene mayor interés en concentrarse en China que en Europa, y quiere que el viejo continente se haga cargo de su propia seguridad. Los daños derivados del conflicto dependerán de hasta cuándo avanza y cuándo se levantan las sanciones económicas que afectan a todo el mundo, consideró.
Al referirse papel de China, Tonatiuh Fierro de Jesús, doctorante del Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales, dijo que el gigante asiático ha tratado de evitar el conflicto y anteponer sus intereses; “busca un entorno pacífico para lograr sus objetivos de desarrollo”.
El discurso chino presenta un juego de equilibrios; parecería que su lenguaje es ambiguo, pero no lo es. Adoptó el concepto de “neutralidad benévola”, de un actor con responsabilidad global. Evita involucrarse directamente y calificar el ataque como invasión, sólo se refiere al “problema” en Ucrania.
Beijing se encuentra atrapado en una situación diplomática que opaca sus ambiciones de liderazgo global; el gobierno chino intenta dar respaldo a su socio estratégico, Rusia, pero al mismo tiempo abandera lo que ha sido uno de sus grandes principios de política exterior: respeto a la soberanía, integridad territorial y la no injerencia en los asuntos internos de otros estados. Se muestra cauteloso y es prudente al no querer inmiscuirse en un conflicto armado, porque pondría en riesgo sus proyectos globales.