No basta con tomar medicamentos para controlar la diabetes, sino mantener un estricto nivel de glucosa mediante un riguroso tratamiento, toda vez que no hacerlo merma de forma significativa el desempeño de la memoria, tanto de la episódica como la de trabajo, esenciales para realizar nuestras labores cotidianas y llevar una vida autónoma y autosuficiente, aseguró la experta del Laboratorio de Neurocognición de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, Selene Cansino.
Lo anterior, es parte de los resultados de la investigación publicada en el artículo Impact of diabetes on the accuracy and speed of accessing information from episodic and working memory, en la revista Cogent Psychology.
La académica aclaró que este trabajo no es un estudio sobre la enfermedad, sino un proyecto más amplio -y de largo aliento- sobre el declive de la memoria con el transcurso de la vida adulta.
“En el estudio raíz participaron mil 656 personas, 148 de ellas diabéticas. Considerando que teníamos a este grupo decidimos ahondar en el impacto de dicho padecimiento en la memoria y, para no contaminar los resultados con otras patologías, descartamos a quienes registraban otras comorbilidades como hipercolesterolemia o hipertensión, a fin de quedarnos con 100 individuos sólo con diabetes, y nada más”.
Los primeros estudios sobre el tema están por cumplir un siglo. En diciembre de 1922 los médicos W.R. Miles y H.F. Root corroboraron el vínculo entre pérdida de memoria y concentración con la diabetes, pero a decir de Cansino, uno de los puntos débiles de los estudios realizados hasta la fecha es que suelen emplear pruebas psicológicas poco precisas para evaluar los distintos tipos de memoria.
“Ésa es la diferencia aquí, nosotros utilizamos recursos computarizados que nos permitieron valorar, de manera objetiva, la de trabajo y la episódica”, subrayó.
Para entender el matiz de estas variantes, la académica expuso que la memoria episódica permite recordar experiencias personales, y la de trabajo es aquella que se emplea en la vigilia; permite seguir una conversación, tomar decisiones o resolver problemas. “Estudiamos ambos tipos porque son los que más declinan con el correr del tiempo, y porque hay indicios de que la diabetes induce un envejecimiento cerebral acelerado”.
De acuerdo con la académica, esta enfermedad crónico-degenerativa provoca disminución en el volumen cerebral debido a la pérdida de células nerviosas, fenómeno que puede observarse en el hipocampo —crucial para la memoria episódica— así como en el desempeño ineficiente de las conexiones sinápticas en esa región, lo cual repercute negativamente en el funcionamiento memórico.
En el estudio desarrollado en el Laboratorio de Neurocognición de la FP se contrastó el funcionamiento de la memoria episódica y de trabajo entre diabéticos y sujetos sanos y, a decir de la profesora Cansino, los resultados fueron evidentes: “Los afectados por diabetes tuvieron un desempeño inferior, lo cual demuestra que el impacto del padecimiento en las funciones de la memoria es muy amplio”.
Del olvido al… no me acuerdo
Se estima que en el planeta existen 462 millones de personas con diabetes, es decir, 6.28 por ciento de la población mundial, cifra que nos permite intuir los alcances del problema, enfatizó Cansino.
Esta enfermedad metabólica genera diferentes afectaciones en el organismo, incluido el cerebro, en el cual hay receptores insulínicos que intervienen en la regulación de procesos cognitivos, además de que la insulina participa en la labor de los neurotransmisores, sustancias utilizadas por las neuronas durante la sinapsis.
“En nuestro estudio encontramos que los niveles de glucosa en los participantes enfermos eran de 150 mg por decilitro, en comparación con los 105 mg por decilitro de las personas sanas. Dichas cifras sugieren que este desempeño deficiente de la memoria bien puede achacársele a un pobre control glucémico”, acotó la experta universitaria.
Para la investigadora la clave está en mantener control estricto de los niveles de glucosa en plasma, pues aunque los sujetos del estudio estaban bajo tratamiento farmacológico, en promedio no registraban los niveles adecuados, lo que evidencia que no basta con tomar medicinas para controlar la enfermedad, hay que ser más riguroso con el tratamiento y observarse más.
“Esto nos concierne a todos: en China es donde hay más diabéticos, le sigue India, Estados Unidos, Pakistán, Brasil y en sexto lugar está México, pero eso es en números absolutos, porque la prevalencia entre los países es igual. Como se ve, no se trata de algo que afecte a unos pocos o a un puñado de naciones, hablamos de un fenómeno universal”.